Pyrénées-Atlantiques - Le territoire

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UNA TIERRA CON PERSONALIDAD

La espuma de la naturaleza

Algunas señales no engañan. Cada año, el departamento logra atraer a unos tres millones de turistas con un amplio abanico de encantos. El pulmón de la cadena pirenaica aporta un nuevo soplo de aire fresco a los deportes al aire libre. Esquí, paseos en trenes turísticos a gran altitud, deportes en aguas bravas, senderismo en familia y escalada de alta montaña... todas estas actividades conviven en armonía. En su entorno protegido, el Parque nacional cuida de una fauna y una flora que constituyen un patrimonio inestimable.

El litoral invita tanto al relax como a las sensaciones intensas con balnearios prestigiosos, una costa salvaje, puertos de recreo y de pesca, centros de talasoterapia y deportes de tabla, que disfrutan surfistas del mundo entero.

Tierras ancestrales

El turismo rural permite sumergirse en el verde de la campiña donde las corrientes de los torrentes pirenaicos serpentean por las plácidas laderas. En el sudoeste del departamento, el Bidasoa marca con su orilla una frontera natural con España, el horizonte de un territorio ampliado. Al este y al norte se elevan las antiguas casas de cantos rodados que caracterizan las construcciones típicas del Bearne. En la desembocadura del Adur, en la provincia de Sola, se pueden ver las imponentes construcciones vascas. En sus muros blancos reluce el barniz de la carpintería de color carmín y verde. Estas tierras son guardianas de tradiciones ancestrales. En sus manos guardan los secretos de una gastronomía del terruño, noble y refinada, que se baña con el néctar de los viñedos de Jurançon e Irouléguy, de Madiran y de Bellocq.

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